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Sin duda, Charles Heidsieck es una de las casas de champán más pequeñas que existen actualmente, pero no se deje engañar: lo que les falta en tamaño lo compensan con una calidad impresionante. Con una producción de tan solo dos millones de unidades de champán al año, el alcance de Heidsieck no es tan amplio como el de muchas otras casas, pero eso no es un indicio de la calidad de la marca. Los estadounidenses, en particular, sienten un gran cariño por esta casa y consumen alrededor de 300.000 botellas al año.
El envejecimiento, como ocurre con muchas marcas de champán, es una parte fundamental del proceso de esta empresa. Tres años es el tiempo mínimo que una botella pasa en las bodegas y, una vez fuera y en una copa, todas y cada una de las botellas exudan un encanto y un carisma que solo las mejores marcas saben producir.
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