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El champán es una de las bebidas más emblemáticas y lujosas del mundo, asociada a celebraciones, brindis y ocasiones especiales. Como vino espumoso producido a partir de uvas cultivadas en la región de Champagne en Francia, tiene un sabor y una textura únicos que lo distinguen de otros tipos de vino espumoso.
La historia del champán se remonta a principios del siglo XVII, cuando Dom Pérignon experimentó por primera vez con la mezcla de diferentes variedades de uva para producir vinos espumosos. Desde entonces, el champán se ha convertido en una parte integral de muchas culturas en todo el mundo. Desde fiestas de Hollywood hasta bodas reales, el champán se sirve a menudo como bebida de celebración debido a su brillo festivo y su sabor lujoso.
El proceso de elaboración del champán es bastante complejo en comparación con otros tipos de vinos espumosos. Los dos tipos principales de champán son el champán añejo y el champán sin añada, ambos elaborados mediante el método tradicional conocido como "método champenoise". Las uvas que se utilizan para elaborar este tipo de vino deben proceder de viñedos situados dentro de los límites marcados por la legislación francesa. Tras la cosecha, las uvas se prensan y fermentan dos veces, primero en barricas y luego en botellas, durante un periodo de al menos 15 meses, antes de que puedan denominarse "champán", de acuerdo con la normativa de la Unión Europea.
A la hora de elegir una botella de champán, hay varios factores a tener en cuenta, como la añada o no añada, las diferentes variedades utilizadas para la mezcla y qué estilo prefieres, seco o dulce. Los champanes añada son de mayor calidad porque proceden de la cosecha de un solo año, mientras que los champanes sin añada mezclan diferentes años, creando sabores más consistentes. Las variedades de uva más utilizadas para elaborar champán son la pinot noir, la chardonnay y la pinot meunier, que se mezclan durante la producción.
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